jueves, 7 de abril de 2011

No sé como hacerlo. No sé como quererte bien, no se me dan bien los puzzles y tu corazón se ha convertido en uno desde que lo rompí sin querer en mil pedazos. Te has encasquillado a mis costillas y desde ahí me haces cosquillas en el corazón, pero eso no basta para que nos traigan las perdices del final del cuento que nos merecemos. Ser feliz es difícil, y merecer tus besos aún más, pero si he marcado tu número esta noche es para asegurarte que haré todo lo posible para que me corresponda cada suspiro que se te escapa entre la comisura de los labios. Quiero poseer tu pelo, largo hasta los hombros, y porqué no, ¡Tus hombros también! Y tus manos. Quiero que me des tus manos, y permiso para observarlas pintar durante horas.
Tengo miedo, y sólo digo incoherencias, y se me escapan las tonterías por las efímeras arrugas de los labios... Y es que me falta el valor de buscarte y decirte que te quiero a mi lado cada uno de los amaneceres de mi vida, que quiero encadenarme a tu cintura y perder la llave, y aprenderme de memoria el camino hacia tus caderas. Me fallan las fuerzas y la valentía, me pueden mis recuerdos aunque me sobren las ganas y las sonrisas que darte. Y todo esto que te he dicho, ha sido simplemente para evitar tener que admitir lo que a estas alturas es una verdad innegable; que te quiero, de las pestañas a los tobillos, loca, profunda, desesperadamente.
Y ahora voy a colgar, porque me siento estúpido hablando con un contestador automático...
Piiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii.